El Caipora
Ser de leyenda de algunas tribus de Brasil.
Según
el imaginario popular, esta especie de "duende" tiene los pies
orientados al revés, quizá para despistar a quienes lo sigan. Le gusta
fumar en pipa y beber cachaza (aguardiente de melaza). Por lo general se lo ve montado sobre un jabalí o pecarí.
Transcribo directamente un relato sobre este ser, tomado del sitio www.kruela.ciberanika.com:
"Cuenta una leyenda sobre este ser, que en un pueblo de Brasil
existían dos compadres muy amigos pero muy diferentes, a pesar de que
los dos eran carboneros. Se distinguían principalmente por la manera de
hacer su trabajo: uno era modesto y cuidadoso, al ir a traer leña para
hacer carbón sólo cortaba ramas bajas y trataba de hacer el menor daño
posible al árbol, mientras que al otro no le importaba derribar un árbol
entero sólo para obtener unas cuantas ramas.
"Cuenta la historia que un día el leñador modesto tuvo que ir solo a
recoger madera porque su compadre se había enfermado; desde el momento
que entró al bosque se dio cuenta que había algo raro... el bosque
estaba demasiado tranquilo, pero después de un rato no le dio
importancia, siguió haciendo su trabajo adentrándose cada vez más en el
bosque, cuando de repente vio en lo más profundo de éste a una manada de
animales.
"Era una manada rara porque estaba compuesta por un animal de cada
especie que habitaba el bosque y lo peor es que se dirigía hacia donde
él estaba. En ese momento vio que todos esos animales seguían a un ser
muy especial: era un ser alto y fuerte, con cabeza de zorro y lo cubría
un pelaje tan largo y grueso que los mechones parecían cordones, pero lo
más raro era que tenía los pies al revés, sus huellas se imprimían en
la tierra como si caminara en otro sentido y respondía al nombre de
Caipora o Padremont.
"Al ver a tan espeluznante ser , el leñador no se pudo mover hasta que
la procesión de animales se detuvo casi enfrente de él. El ser de
cabeza de zorro se acercó al hombre y con una voz ronca y seca le
preguntó: - ¿Tienes tabaco? A lo que el leñador, temblando de miedo,
sacó de su morral unas hojas de tabaco que llevaba para el viaje y se
las dio al ser que extendió su peluda mano y tomó el tabaco.
"Inmediatamente después el ser se reunió con los animales y siguieron
su procesión a quién sabe dónde. El leñador aún paralizado vio cómo los
animales y el ser se alejaban. Después de un rato siguió recogiendo leña
pero con una extraña sensación de paz. Al volver al pueblo se dio
cuenta de que la madera que recogió era preciosa y que al quemarla para
hacerla carbón quedaba brillante, tan preciosa que en el mercado se la
compraron toda.
"Su compadre que casi no pudo vender carbón le preguntó que de dónde
había sacado esa madera y entonces el leñador le narró su historia. El
compadre celoso se fue directo al bosque con su morral lleno de tabaco.
No tardó mucho en encontrar la manada de animales y al “Padremont”, pero
éste ignoraba al leñador que le decía: - ¡Mira, aquí traigo mucho
tabaco, pero dame de esa madera que le diste a mi compadre! El leñador
insistió tanto que de pronto el Padremont se dirigió hacia él con unos
ojos llenos de ira y tomó al leñador del torso y con un fuerte tirón lo
volteó haciendo que la mitad de su cuerpo estuviera al revés, y después
jamás se supo de él.
"Se cuenta entre los leñadores que aún se puede ver a un hombre
desnudo con los pies al revés rondando el bosque, y dicen que cualquiera
que se aventure en el bosque a destruirlo, el Padremont le aparecerá
con sus animales y lo volteará."
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