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lunes, 6 de octubre de 2014

LEYENDAS ECUATORIANAS II - PO-SOR-JA


PO-SOR-JA

Leyenda originaria de la costa de la República del Ecuador.

La tradición sitúa los hechos en época precolombina, con la inesperada aparición de una tierna niña que llegó en una diminuta balsa a la orilla del mar, cerca de un poblado indígena, ubicado en la zona mencionada.

Desde el principio la niña causó admiración, tanto por sus singulares características físicas, no comunes entre los habitantes de la región, como por sus poderosas dotes adivinatorias y de videncia, las cuales fueron acentuándose con el transcurrir del tiempo.

La leyenda describe al personaje como una niña de abundante, ensortijada y dorada cabellera. Piel del color de la espuma que se forma cuando rompen las olas en la playa, de ahí el nombre con el que fue bautizada: PO-SOR-JA, que parecería significar “espuma de mar”. Los habitantes de la región aseguraron entonces que ella era una enviada de los dioses.

PO-SOR-JA se fue convirtiendo poco a poco en un personaje muy respetado por todos. Sobretodo, en los momentos que ella se sumía en profunda meditación...Momentos en que sus facciones, de una ternura y alegría usuales, cambiaban a una dureza de gesto y mirada, apretando entre sus dedos durante el proceso, un caracolillo de oro que había traido colgado de su cuello. Acercando a sus oídos al caracolillo, parecía escuchar voces que provenían del interior de este.

Súbitamente PO-SOR-JA, ya en pleno trance, iniciaba una serie de narraciones y avisos en los cuales se pronosticaba tiempos felices o trágicos por venir, épocas de abundancia o de carestía de alimentos...Lluvias y amenazas de muertes y desgracias...Al terminar estas relaciones, la adivina colocaba el caracol en sus labios y soplándolo, de este salían unos silbidos que eran acompañados de dramáticos cambios en las condiciones climáticas del sitio, con vientos huracanados y mar agitado, tormentoso, ocasionando que aumente la reverencia de los vecinos hacia la adivina.

Su fama se extendía por todos lados, llegando a oidos de Huayna Capac las narraciones sobre el don de la enigmática mujer adivina. El monarca, viajando hasta ella, la consultó sobre el futuro del imperio por él dirigido. A través de sus ojos y estando en trance, le mostraba escenas que se sucederían en poco tiempo y que afectarían la situación del Imperio Inca. Primero se vio a sí mismo enfermo y agonizante en su lecho...Luego, en otra escena, pudo observar con horror los combates que enfrentaban a sus hijos Atahualpa y Huascar, en una guerra fracticida cuyas consecuencias significaban un rápido declinar del Imperio.

En fechas posteriores, el Inca Atahualpa llegaba a la zona para consultar a PO-SOR-JA. La adivina, en igual trance, le haría conocer un porvenir lleno de gloria luego del triunfo en la guerra civil contra su hermano, pero volviéndose trágico al final, con la visión de la conquista del otrora poderoso imperio Inca a manos de los conquistadores hispanos, y la inevitable y dolorosa muerte de Atahualpa. Todo ello fue capaz de ver el Inca, gracias a las capacidades de videncia de PO-SOR-JA.

Demás está comentar la reacción del Inca y sus nobles, inquietos y temiendo sobre el futuro de lo establecido, trataron de castigar a la portadora de las infaustas visiones del futuro...Fue inútil todo intento de reacción, ya que los guerreros nunca pudieron ponerse de pie, sintiéndose como pegados a la tierra.

Con tranquilidad y saliendo del agitado trance, la adivina comentó que su misión en la tierra ya había llegado a su fin...Se levantó de su asiento y caminando con lentitud se dirigió hacia la orilla, metiéndose al océano. Con el agua en su cintura, PO-SOR-JA desprendió el caracol de oro que llevaba siempre, sopló hasta que este emitió un silbido agudo....Una enorme ola se alzó y la cubrió completamente, desapareciendo para siempre de la vista de todos quienes habían escuchado con estupor y temor, la última de sus narraciones....






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