PO-SOR-JA
Leyenda originaria de la costa de la
República del Ecuador.
La tradición sitúa
los hechos en época precolombina, con la
inesperada aparición de una tierna niña
que llegó en una diminuta balsa a la
orilla del mar, cerca de un poblado indígena,
ubicado en la zona mencionada.
Desde el principio la niña causó
admiración, tanto por sus singulares
características físicas, no comunes entre
los habitantes de la región, como por sus poderosas dotes
adivinatorias y de videncia, las cuales fueron acentuándose
con el transcurrir del tiempo.
La leyenda describe al personaje como
una niña de abundante, ensortijada y
dorada cabellera. Piel del color de la espuma que se forma cuando
rompen las olas en la playa, de ahí el
nombre con el que fue bautizada: PO-SOR-JA, que parecería
significar “espuma de mar”. Los habitantes de la región
aseguraron entonces que ella era una enviada de los dioses.
PO-SOR-JA se fue convirtiendo poco a
poco en un personaje muy respetado por todos. Sobretodo, en los
momentos que ella se sumía en profunda meditación...Momentos
en que sus facciones, de una ternura y alegría
usuales, cambiaban a una dureza de gesto y mirada, apretando entre
sus dedos durante el proceso, un caracolillo de oro que había
traido colgado de su cuello. Acercando a sus oídos al caracolillo,
parecía escuchar voces que provenían
del interior de este.
Súbitamente PO-SOR-JA, ya en pleno
trance, iniciaba una serie de narraciones y avisos en los cuales se
pronosticaba tiempos felices o trágicos
por venir, épocas de abundancia o de
carestía de alimentos...Lluvias y amenazas
de muertes y desgracias...Al terminar estas relaciones, la adivina
colocaba el caracol en sus labios y soplándolo,
de este salían unos silbidos que eran
acompañados de dramáticos cambios en las
condiciones climáticas del sitio, con
vientos huracanados y mar agitado, tormentoso, ocasionando que
aumente la reverencia de los vecinos hacia la adivina.
Su fama se extendía por todos lados,
llegando a oidos de Huayna Capac las narraciones sobre el don de
la enigmática mujer adivina. El monarca,
viajando hasta ella, la consultó sobre el
futuro del imperio por él dirigido. A
través de sus ojos y estando en trance, le mostraba escenas que se
sucederían en poco tiempo y que afectarían
la situación del Imperio Inca. Primero se
vio a sí mismo
enfermo y agonizante en su lecho...Luego, en otra escena, pudo
observar con horror los combates que enfrentaban a sus hijos
Atahualpa y Huascar, en una guerra fracticida cuyas consecuencias
significaban un rápido
declinar del Imperio.
En fechas posteriores, el Inca
Atahualpa llegaba a la zona para consultar a PO-SOR-JA. La adivina,
en igual trance, le haría conocer un
porvenir lleno de gloria luego del triunfo en la guerra civil contra
su hermano, pero volviéndose trágico
al final, con la visión de la conquista del otrora poderoso imperio
Inca a manos de los conquistadores hispanos, y la inevitable y
dolorosa muerte de Atahualpa. Todo ello fue capaz de ver el Inca,
gracias a las capacidades de videncia de PO-SOR-JA.
Demás está
comentar la reacción del Inca y sus nobles, inquietos y temiendo
sobre el futuro de lo establecido, trataron de castigar a la
portadora de las infaustas visiones del futuro...Fue inútil
todo intento de reacción, ya que los guerreros nunca pudieron
ponerse de pie, sintiéndose como pegados a
la tierra.
Con tranquilidad y saliendo del agitado
trance, la adivina comentó que su misión
en la tierra ya había llegado a su
fin...Se levantó de su asiento y caminando
con lentitud se dirigió hacia la orilla, metiéndose
al océano. Con el agua en su cintura,
PO-SOR-JA desprendió el caracol de oro que
llevaba siempre, sopló hasta que este emitió un silbido
agudo....Una enorme ola se alzó y la
cubrió completamente, desapareciendo para
siempre de la vista de todos quienes habían
escuchado con estupor y temor, la última
de sus narraciones....
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