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sábado, 17 de junio de 2017

LEYENDAS ECUATORIANAS VI - EL HADA DEL CERRO SANTA ANA



El Hada del Santa Ana

Leyenda guayaquileña, al parecer con orígenes desde la época colonial, que narra la existencia de una hermosa doncella, hija de un poderoso rey, soberano de un pueblo anterior a los Huancavilcas, y que tenía su palacio en la cima del llamado cerrito Verde (actual cerro Santa Ana).


Se cuenta que la mencionada joven, cayó un día enferma de gravedad, al parecer como castigo por la belicosidad de su padre. Este, desesperado, buscó la ayuda de un famoso brujo de la región,para que salve a su amada hija. El brujo le recomendó al rey, que para salvar la vida de la princesa, debía restituir lo antes posible, todos los bienes de los pueblos por él conquistados. Sobra mencionar que el orgulloso rey prefirió ver morir a su hija, antes que seguir el consejo del brujo.

El soberano, herido en su orgullo, hasta quiso asesinar al mágico personaje, pero éste desapareció misteriosamente, dictando una sentencia, la cual transcribo textualmente:

"¡¡PUESTO QUE TÚ, MAL PADRE, HAS PREFERIDO EL VIL METAL A LA SALUD DE TU HIJA, TE CONDENO A DESAPARECER CON ELLA Y TUS TESOROS, DE LA SUPERFICIE DE LA TIERRA, Y A VIVIR, SIN VIVIR, DENTRO DE SUS ENTRAÑAS, HASTA QUE QUIERA TU BUENA ESTRELLA, QUE, EN LA APARICIÓN QUE HAYA DE HOY EN ADELANTE CADA SIGLO, Y, TAL COMO HOY, TU BELLA HIJA, ENTRE LOS HOMBRES, SE DÉ CON UNO QUE, DE MEJORES SENTIMIENTOS QUE TÚ, PUESTO A ESCOGER, SE DECIDA POR SU HERMOSURA Y NO POR EL MALDITO CONTENIDO DE TUS ARCAS!!"(1)

Acabadas de pronunciar estas palabras por el brujo, el palacio y todo lo que había en su interior y quienes lo habitaban, fueron engullidos por el cerro, no quedando vestigio de su existencia y pasado esplendor...

Pasados los años, procedentes del cerro solía escucharse unos extraños ruidos, que más de un habitante de la recién fundada ciudad de Guayaquil, confundía con el rugir de un volcán. 

Esto fue comentado por un indio huancavilca, a unos colonos, curiosos y sobrecogidos por el relato que hacía sobre el antiguo palacio, sus riquezas y la hermosa y desgraciada princesa. Entre ellos se encontraba un tal teniente Nino de Lecumberri, personaje que hasta esa fecha no había conocido fortuna material en su vida. Es de imaginar que la narración que escuchó del indio, despertó sus ambiciones de riqueza. Así que esa misma noche subió hasta el cerrito Verde, esperando encontrase con la bella presencia femenina. Se quedó dormido por el agotador ascenso, al pie de un corpulento árbol y al instante, medio entre dormido y despierto, pudo ver que una bella joven, de elegantes vestimentas y cabellos dorados, se hacía presente. Era la princesa.

La joven invitó al teniente a que la siguiera, para poder acceder al interior del cerro, en cuyo interior, luego de descender por una ancha escalera, se hallaron rodeados de inmensas riquezas, y encontrar al rey mismo, dormido en amplio lecho, rodeado de cuatro grandes estatuas en forma de felinos, los cuales velaban su sueño...



Y he aquí que ella hiciera la esperada propuesta, que se traducía en dos opciones: llevársela a ella o por el contrario, apoderarse de todo lo que había en el interior del palacio. Obvia la respuesta. El teniente, cegado por el esplendor de los tesoros, prefirió hacerse con éstos, despreciando a la bella princesa.

No fue más...dicha la respuesta por el oficial, el rey despertó de su sueño y blandiendo un hacha, se disponía a sacrificar al ambicioso soldado, reclamándole por su decisión, la cual condenaba a padre e hija seguir viviendo su infra terrenal existencia.

El aterrado oficial alcanzó a exclamar :"Mi Madre Santa Ana...¡¡Auxilio!!

Luego de esta acto desesperado, Lecumberri despertó sobresaltado y bajó el cerro casi de un salto. Al pasar unos días, el susodicho regresó, cargado de una inmensa cruz, en uno de cuyos lados podía leerse "SANTA ANA", y fue a colocarla en lo más alto de la elevación.

Así, según la leyenda, el origen del hermoso nombre del cerro....



Escena de la ciudad de Guayaquil, con el cerrito Verde al fondo. Tomado de una pintura del artista francés Ernest Charton de Treville, fechada hacia 1846

(1) Tomado textualmente de la narración hecha por el sr. Gabriel Pino Roca, El Hada del Santana. Libro: Leyendas Ecuatorianas, tomo 14. Colección Clásicos Ariel, Biblioteca de Autores Ecuatorianos




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